Ediciones Irreverentes invitó a destacados autores de ciencia ficción y a
otros más dados a la sátira, a imaginar que el actual rey de España, Juan
Carlos de Borbón, es el último Borbón de la historia de España. En estas
páginas están las consecuencias.
En esta antología de ucronías se especula sobre realidades alternativas ficticias, desde la familia de Aznar convertida en familia real, hasta la recuperación en un futuro lejano del cerebro del monarca, crionizado siglos atrás, pasando por una trama paralela del Golpe de Estado del 23-F o un tiempo futuro en que España estará colonizada por Alemania, entre otros futuros posibles.
Como afirma Peña en el prólogo, se medita, con más información y reflexión que respeto, sobre esos Borbones de "caras tan poco agraciadas; con su querencia desenfrenada a la caza de todo lo que se moviese; con su derecho de pernada sobre toda dama, damisela, moza o mozuela que se le pusiese por delante; con su manía de meterse en todo lo que, políticamente, podían hacer mejor otros". Y de esa meditación han salido relatos tan deliciosos como un café caliente tomado sobre las ruinas del Apocalipsis.
Los valientes autores que se han atrevido con el tema son Félix Díaz, Nelson Verástegui, David J.Skinner, Teresa Domingo Catalá, Francisco José Segovia Ramos, Raymond Mora Espinosa, Pedro Pujante, Francisco J. Peña Rodríguez y Miguel Ángel de Rus, los dos últimos, además, editores literarios de este arriesgado libro.
En esta antología de ucronías se especula sobre realidades alternativas ficticias, desde la familia de Aznar convertida en familia real, hasta la recuperación en un futuro lejano del cerebro del monarca, crionizado siglos atrás, pasando por una trama paralela del Golpe de Estado del 23-F o un tiempo futuro en que España estará colonizada por Alemania, entre otros futuros posibles.
Como afirma Peña en el prólogo, se medita, con más información y reflexión que respeto, sobre esos Borbones de "caras tan poco agraciadas; con su querencia desenfrenada a la caza de todo lo que se moviese; con su derecho de pernada sobre toda dama, damisela, moza o mozuela que se le pusiese por delante; con su manía de meterse en todo lo que, políticamente, podían hacer mejor otros". Y de esa meditación han salido relatos tan deliciosos como un café caliente tomado sobre las ruinas del Apocalipsis.
Los valientes autores que se han atrevido con el tema son Félix Díaz, Nelson Verástegui, David J.Skinner, Teresa Domingo Catalá, Francisco José Segovia Ramos, Raymond Mora Espinosa, Pedro Pujante, Francisco J. Peña Rodríguez y Miguel Ángel de Rus, los dos últimos, además, editores literarios de este arriesgado libro.
12 euros
• 144 páginas • ISBN: 978-84-16107-04-9
Una antología ácida con los Borbones (Francisco José
Peña)
Todo
comenzó con el pobre Carlos II, a quién un guasón madrileño, como casi siempre,
motejó con el sobrenombre de el Hechizado.
El buen hombre, digno representante de una estirpe endogámica, se fue de este
valle de lágrimas el 1 de noviembre de 1700 con la misma poca importancia con
la que había pasado por el Trono. Y la cosa se lió parda: el zorro viejo que
fue Luis XIV, desde Versalles vio una factible colocación para su nieto Felipe
de Anjou y, hete aquí, se nos vinieron los Borbón Anjou a vivir a España
después de una larga guerra y de una paz, la de Utrecht (1713), en la que
perdimos Menorca y Gibraltar. La primera, como se sabe, es una isla hermosa en
donde si nos da la gana podemos pegarnos un buen baño, conocer gente y bailar
bajo las mezclas de un moderno Dj,
pero con Gibraltar... ¡Ay, Gibraltar!
Como iba reflexionando, los señores
Borbón ¾que no bourbon¾, con aquellas caras tan poco agraciadas; con su
querencia desenfrenada a la caza de todo lo que se moviese; con su derecho de
pernada sobre toda dama, damisela, moza o mozuela que se le pusiese por
delante; con su manía de meterse en todo lo que, políticamente, podían hacer
mejor otros, se nos instalaron aquí y, bueno, así como al principio la cosa iba
bien con la Ilustración y demás ideas afrancesadas del tipo Real Academia de la
Lengua, Real Academia de la Historia; que si el Diccionario, que si la Ortografía…
Pero Felipe V perdió la cabeza y hasta se ubicaba junto a los tapices que
representaban caballos y los galopaba dando saltos, cual chiquillo en edad
menuda, para flipe de sus servidores, que tenían que aguantarle que les lanzara
sus excrementos cuando le venía al monarca en su real gana.
Tuvimos la ocasión de enderezarnos algo con Fernando
VI, pero duró poco y también sufrió de Alzhéimer; le sucedió su hermano, Carlos
III, con una madre malísima en la línea de la madrastra de Blancanieves, pero
tampoco la cosa le fue del todo bien porque la oportunidad que supuso el
gobierno de Esquilache la tiró por la borda. Del hijo y del nieto de este mejor
ni hablar; el Deseado le llamaban a
Fernando VII ¾me parto,
pues no sé por quién, pues hasta los que luego fueron los carlistas no lo
podían ni ver¾. La niña
Isabel II se ocupó mucho más del catre que de España y (seguir leyendo en http://www.edicionesirreverentes.com/2099/Ucronia.html)